Protestas públicas

julio 4, 2013 11:31 am . .

Hay descontento en Brasil, Turquía, la India, Sudáfrica y varias otras naciones alabadas hasta hace poco por el veloz crecimiento de sus economías. La población percibe que su prosperidad ha disminuido.

Cuando la moneda de un país se revalúa debido a la entrada de capitales financieros especulativos, el poder adquisitivo de la población aumenta.

Los bienes importados bajan de precio, el gobierno dispone de más recursos, personas que no podían costear viajes al exterior pueden hacerlo, endeudarse fuera es atractivo, y un sentido de prosperidad se disemina en la población.

La producción del país se resiente por la competencia de las importaciones, y exportar es más difícil, pero en general, los consumidores salen ganando por el fortalecimiento de la moneda, al menos durante algún tiempo.

Mas temprano que tarde, el proceso llega a su fin, los capitales financieros empiezan a salir y la moneda se debilita. Los artículos importados suben de precio, el gobierno intenta reducir los subsidios, ya viajar a otros países no es una ganga, las tasas de interés aumentan, y la sensación de bienestar se desvanece.

El descontento sustituye al entusiasmo y la población arremete contra las autoridades, culpándolas por la disminución en su prosperidad.

Las manifestaciones públicas se aglutinan en torno a asuntos como la corrupción, las restricciones políticas y culturales, las desigualdades étnicas u otras razones, pero en realidad el elemento común que anima las protestas es la merma en el poder de compra de los ingresos.

Los gobiernos pueden tratar de «neutralizar» la entrada de capitales financieros vía medidas que involucran cambios en las reservas de divisas, tasas de interés de referencia, gastos públicos y ventas de títulos de deuda.

Y luego, al invertirse el proceso, neutralizar las salidas haciendo lo contrario. Pero por más que quieran lograrlo, la neutralización no será perfecta.

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