Aceptación de la reforma

octubre 16, 2012 4:41 am . .

En contra de lo que parece ser tan obvio que no requiere discusión, el gran problema que el gobierno tiene para hacer aceptable la reforma tributaria no es el déficit fiscal.

Por supuesto que sí, que el déficit es una parte esencial del problema, al punto de que si no existiera no estaríamos discutiendo ahora la reforma. Los números absolutos revelan su trascendencia, pues a pesar de que el total de los ingresos provenientes de fuentes regulares y extraordinarias han subido, el déficit en lugar de bajar ha aumentado, tal como la empresa privada se ha encargado de resaltar en sus declaraciones y comunicados.

Pero la otra parte del problema de aceptación que tiene la reforma, la mayor, es la percepción extendida en la población, no sólo entre empresarios sino a nivel general, de que el gobierno hace mal uso de los recursos que maneja y de que no está dispuesto a reconocerlo. No es únicamente un asunto de que se crea que hay corrupción, que se desvían fondos en beneficio de particulares o allegados, sino de que se ve una imagen de ineficiencia y desidia, a pesar de las medidas de austeridad

Los montos de los gastos por sí mismos no explican la intensidad del rechazo a la reforma. Los reclamos del gobierno de que tiene obligaciones insoslayables que cumplir no despiertan gran comprensión, porque esos compromisos, como intereses, sueldos, transferencias y subsidios, no pueden separarse del uso que se dio a los préstamos, de la calidad de los servicios, la dedicación de los empleados o la racionalidad de los aportes.

Peor aún, ese concepto que la población tiene del gasto estatal se aprovecha, con cierta hipocresía, para justificar la evasión de impuestos, la informalidad y para que los propios empleados públicos consideren que por lo que les pagan no tienen por qué trabajar más.

Cambiar esa percepción tomará tiempo, más de lo que la solución del déficit puede esperar.

POR GUSTAVO VOLMAR

Publicado en diariolibre.com

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