Ya habíamos comentado que era improbable que ahora, tan poco tiempo después del fallecimiento de Chávez, se restringiera el alcance de Petrocaribe. Correspondía plantear lo contrario, pues no hacerlo hubiese sido equivalente a una traición a la vocación y designio internacionalista del comandante desaparecido.

En la reunión del fin de semana pasado, Venezuela confirmó la continuación del acuerdo e hizo propuestas para que su colaboración no se limite al financiamiento del petróleo en condiciones preferentes, sino que evolucione en dirección hacia la creación de lazos más estrechos entre los países miembros.

En ese sentido se propuso establecer una zona económica regional, cuyos pormenores serían presentados el mes que viene en una reunión a ser celebrada en Nicaragua. Se reveló también que fueron tratados tópicos como los fertilizantes y la creación de una línea aérea que una a las naciones del Caribe, usualmente dependientes de conexiones vía terceros países.

Desde la perspectiva de los intereses de la RD, la reunión tuvo un resultado mixto, algo así como haber conseguido uno de dos objetivos.

El primer objetivo, lógicamente, era escuchar que Petrocaribe seguiría adelante. Se esperaba que así fuese, por las razones que hemos comentado y porque Maduro como candidato a la presidencia de Venezuela lo había expresado en varias ocasiones. Pero en realidad no había seguridad al respecto hasta tanto, ya oficialmente como nuevo gobernante venezolano, lo anunciase y se comprometiera públicamente.

El segundo objetivo era incrementar la asignación de petróleo que la RD recibe del acuerdo. De un 30% de nuestras necesidades, nos hubiera convenido mucho llegar a cubrir, digamos, el 50%. Nuestra moneda hubiera salido fortalecida, la política monetaria podría ser más flexible y el gobierno habría tenido más fondos para gastar.

Esa segunda meta no se logró, pero podría tratarse más adelante.

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