Debían saber lo que venía

junio 14, 2013 7:08 am . .

En países con grandes déficits fiscales, a las empresas estatales les suele ir mal. A las más atractivas para los inversionistas se les privatiza. A las que no despiertan interés se les cierra o reduce de tamaño. Y a las que compiten con compañías privadas éstas las compran para quitarlas del medio.

Algunas se salvan, usualmente las que tienen importancia política. Un ejemplo de ésas aquí es la CDEEE. Se intentó privatizarla, pero se hizo a medias, y luego se dio marcha atrás. No sucedió lo mismo con el CEA o las empresas de Corde, para las cuales no hubo retorno ni salvación.

El gobierno griego acaba de cerrar su televisora estatal, con la promesa de reorganizarla y volverla a abrir más adelante. Era un servicio público importante, pero no esencial. Ni tenía tampoco un gran peso político, más que ser un símbolo cultural con pocas ramificaciones económicas.

Algunos opinan que las empresas públicas cavan su propia fosa, pues sus ineficiencias las hace vulnerables.

Dicen, en el caso griego, que los empleados de la televisora tenían que saber que algo malo les iba a pasar. Su cuota de mercado era menor al 15%, tenía 2,580 empleados, más otros auxiliares y varios consultores fantasmas, y requería 3,8 veces más personal por espectador que los canales privados.

El dilema del empleado en esa situación es que aunque se dé cuenta de que la empresa estatal para la que trabaja es ineficiente, es poco lo que puede hacer al respecto. En realidad, si se esfuerza más y se destaca, puede tener problemas con los demás empleados o incluso con la propia gerencia. Los que laboran ahí tienen con frecuencia otras actividades, o un ritmo suave de trabajo. Y si los otros no se esfuerzan y les va bien, ¿por qué no hacer lo mismo?

Después del cierre, a los empleados griegos sólo les queda protestar, defender el «aporte cultural» que hacían, y denunciar a quienes tomaron esa «infame» decisión.

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