La caída del real, la moneda brasileña, que en el segundo trimestre de este año perdió el 9.4% de su valor, ha disminuido el poder adquisitivo de los salarios en ese país, hecho que contribuyó a los recientes disturbios callejeros y la reducción en la popularidad del gobierno.

Pero los efectos de esa depreciación monetaria van más allá. Ha provocado que sea más rentable exportar productos cuya competitividad la previa apreciación del real había erosionado. Al subir el real, los costos de producción calculados en moneda extranjera aumentaron concomitantemente, reduciendo el margen de ganancia que los exportadores obtenían. Lo opuesto sucede ahora, cuando el real está bajando.

Pero ocurre que Brasil no es un pequeño productor marginal, como podría ser la RD respecto de la mayoría de los bienes que exportamos. El volumen de las exportaciones brasileñas de muchos productos es tan grande que las variaciones en su oferta influyen sobre los precios que rigen en el mercado internacional.

Eso es lo que está sucediendo ahora con el café, del que Brasil es el primer productor mundial, pues el descenso del real a su menor nivel en cuatro años ha incrementado la rentabilidad de las exportaciones de ese producto. Los exportadores están aumentando su oferta, haciendo uso de las existencias acumuladas, las cuales están a su nivel más alto desde el 2007 y han copado las facilidades de almacenamiento. El aumento de las ventas, que en el primer semestre de este año fueron 20% más altas que en el mismo período del 2012, está afectando el precio del café en el mercado.

Un proceso similar tiene lugar en Colombia, donde la depreciación del peso colombiano provocó un incremento del 29% en las exportaciones.

La mayor oferta ocurre cuando la producción mundial excede la demanda por cuarto año consecutivo. Se estima que para diciembre del 2013 el precio del café habrá descendido algo más del 10%.

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