Aunque la dependencia de la economía dominicana respecto de los Estados Unidos no es ya la que en una época fue, la influencia de los eventos y políticas allá no debe ser subestimada.

El primer paso en el camino hacia el fin de los estímulos monetarios en los Estados Unidos, aunque fue muy tímido en su magnitud, provocó esta semana un fortalecimiento del dólar frente a otras monedas. Dado que la República Dominicana utiliza el dólar para sus transacciones internacionales, que una buena parte de los depósitos bancarios aquí está dolarizada, y que los precios de muchos artículos e inmuebles que se cotizan en el país están expresados en dólares, es previsible que los cambios en el valor del dólar en el mercado internacional tengan consecuencias sobre nuestra economía.

Las emisiones monetarias del banco central de los Estados Unidos han trastornado, en éste y otros aspectos, la lógica de las predicciones económicas. Los informes optimistas de diciembre en cuanto al desempleo, los precios de los inmuebles y la confianza de los consumidores permiten anticipar que el crecimiento económico, y con él la demanda de importaciones, aumentará en los próximos meses. Habría, en ese caso, una mayor demanda de otras monedas, por lo que el dólar debería haber reaccionado hacia la baja, pero dado que esos informes sirvieron para justificar la disminución de esas emisiones monetarias mensuales, el dólar subió de valor. Ese aumento puede ser efímero, pues la reducción de las emisiones fue poco importante y las tasas de interés siguen cercanas a cero.

Si el dólar siguiera fortaleciéndose, inicialmente ayudaría a mantener la inflación dominicana bajo control y le daría más margen al banco central dominicano para aplicar políticas monetarias expansivas, pero eventualmente afectaría la competitividad de nuestras exportaciones, lo que daría lugar a que el banco central pudiera considerar deseable una devaluación más acelerada del peso.

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