El escape citadino de un artista

julio 30, 2012 12:01 am . .

Cada fin de semana, cuando el vicerrector de La Escuela de Diseño de Altos de Chavón, Adolfo Lucero, se “refugia” en su apartamento de 125 metros cuadrados, deja colgados todos los títulos en su oficina de La Romana, y llega hasta el corazón de Santo Domingo a disfrutar de su escape citadino.

Hace dos años que adquirió en planos este inmueble del ensanche Paraíso e hizo escasas remodelaciones estructurales, preservando su sencillez. Aunque es un diseñador gráfico que soñaba con un estilo 100% minimalista se dio cuenta de que, en su caso, no era factible; diversos viajes alrededor del mundo se encargaron de sabotear esta idea, tentándolo a adquirir y coleccionar múltiples objetos, que hoy día han devenido en múltiples hobbies, como el collage y la fotografía.

Adolfo Lucero decidió ambientar las diversas estancias de su apartamento sin recargamientos ni complicaciones. Él estaba convencido, por la experiencia que da el haber vivido en diferentes latitudes (en su natal Venezuela, en España, en La Romana y, ahora, en Santo Domingo) de que a medida que vas perpetuándote en los sitios, estos se tornan complejos, por la acumulación de objetos. Por eso es importante, según este artista, que los lugares se transformen en la medida en que cambian el tiempo y los intereses. En ese sentido, él consiguió el punto intermedio entre lo que no es ni muy recargado ni muy minimalista. “Aquí (en el apartamento) he tratado de hacer un balance entre lo que es real y lo que mantiene un concepto de diseño básico”, explica.

Eso sí, Lucero tuvo claras desde siempre sus ideas para decorar este hogar, pues las acariciaba en su mente desde hacía mucho tiempo. Como diseñador y catedrático, estuvo eternamente enamorado de ciertos íconos del diseño (como la lámpara de la década del 60 que tiene en su sala o el sillón de Le Corbusier que privilegia a un rincón del salón). Para él, son ese tipo de elementos de diseño los que suben el nivel del entorno y enriquecen su contexto.

En cuanto al color, optó por manejar una línea neutra, tanto en las paredes como en el mobiliario. Aunque la parte más idealista de su ser soñaba con vestir el espacio enteramente de blanco, entendió que esto podría tornarlo en un ambiente irreal e invivible; por lo que decidió jugar con el blanco, el negro y el gris, y buscó ornamentos puntuales que aportasen su tonalidad vibrante al entorno.

En todas las áreas del apartamento de Adolfo Lucero queda algo bien claro: para él, su espacio es algo más que una mera inversión en decoración; es la disposición de unas flores frescas en un jarrón, es la colocación de un buen tapiz  o de un elemento sencillo a nivel de color…En fin, son los detalles; aquellos mágicos detalles, los que transforman este espacio en el otro mundo de Adolfo Lucero: en el mundo metropolitano donde se “guarece” los fines de semana.

POR OLGA AGUSTÍN (EDITORA DE LACASA) / FOTOS: FERNANDO CALZADA

Publicado en diariolibre.com

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