Los políticos tienen sus tácticas de negociación. Una de ellas es presionar al adversario dejando los puntos discutidos sin solución hasta el final. Y entonces, cuando ya no es posible esperar más, hacen algunas concesiones y se llega a un arreglo.

Se creía que los políticos estadounidenses harían lo mismo en el debate sobre el «abismo fiscal», una combinación de recortes de gastos públicos y aumentos de impuestos que entrará en vigor en enero, de forma automática, a menos que el Congreso decida otra cosa. Sin acuerdo entre demócratas y republicanos, se estima que el crecimiento de la economía de los EE.UU. disminuiría, y que ésta podría hasta volver a caer en recesión.

Se tenía el inicio de las vacaciones navideñas como fecha límite para el arreglo. En esta época los congresistas se van de Washington, a pasar las navidades en otros lugares, muchos de ellos en sus estados de origen.

La creencia era que para no afectar sus vacaciones, los congresistas iban a llegar a un acuerdo para esta fecha. Se hicieron recuentos históricos de las veces en que leyes controversiales han sido aprobadas ya casi al inicio de las festividades navideñas, y se daba por seguro que en esta ocasión ocurriría igual.

No fue así. Se fueron de vacaciones y dejaron el asunto sin solución. ¿Por qué?

Los analistas, aún dolidos por su equivocación anterior, consideran ahora que ambos bandos, demócratas y republicanos, se han comprometido tanto con sus posiciones que les es difícil ceder sin perder credibilidad. Los demócratas han prometido más impuestos para los ricos y los republicanos menos gastos públicos. Como los primeros controlan el Senado y los segundos la Cámara de Representantes, para llegar a un arreglo era necesario que un bando o los dos cedieran.

Se estima ahora que la solución será posponer la entrada en vigor de las medidas. En ese caso el abismo seguiría, pero ya no estaría tan cerca.

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