Los dominicanos estamos viendo, con una mezcla de sorpresa e incredulidad, las virulentas demostraciones en España en contra de la austeridad que el gobierno allá está imponiendo. Hay manifestaciones en Grecia también, pero las que más nos impactan son las de España, por los vínculos que nos unen con ese país.

En paralelo con ese drama humano se está desarrollando una ofensiva conceptual para demostrar que la austeridad no sólo no funciona, sino que es contraproducente cuando se aplica a economías deprimidas, pues agrava la recesión, incrementa el desempleo y reduce las recaudaciones de impuestos. Se añade que los EE.UU. están mejor que Europa precisamente porque su gobierno ha seguido una política de gastos más agresiva y no ha disminuido sus programas sociales del mismo modo en que países europeos están recortando los suyos.

Ese planteamiento, sin embargo, pasa por alto que lo que ha permitido a los Estados Unidos (EE.UU.) hacer eso han sido las grandes inversiones en sus valores gubernamentales. A diferencia de como ven a algunos gobiernos europeos, los inversionistas hasta ahora no han cuestionado la solvencia del gobierno federal, a pesar de que el porcentaje de la deuda sobre el PIB es mayor en los EE.UU. que en la mayoría de las naciones de Europa.

Eso significa que la diferencia en las políticas de gasto es posible gracias a la distinta naturaleza del dólar y el euro. Los inversionistas están convencidos que los EE.UU. emitirán los dólares que sean necesarios para pagar sus deudas, pues quien controla esa moneda es el propio banco central estadounidense, el cual dispone de varios mecanismos indirectos para hacerlo.

El euro, en cambio, no es controlado individualmente por ninguno de los países que lo utilizan, y los inversionistas saben que nada garantiza que se vayan a emitir los euros que se requieran para pagar las deudas de todos y cada uno de los gobiernos.

POR GUSTAVO VOLMAR

Publicado en diariolibre.com