Una forma de agradar a alguien es llevándole un regalo a su casa. Si la persona a la que se desea agradar tiene muchas necesidades, no es difícil encontrar algo que le guste, o ayudarle comprándole algo que esté vendiendo, o darle la oportunidad de que haga algún trabajo. Pero si la persona visitada no está buscando ayuda y no quiere lucir desvalida, escoger un regalo es más complicado.

Xi Jinping, presidente de China, llegó a Costa Rica cargado de préstamos y donaciones. Los acuerdos que firmó fueron todos para ayudar a Costa Rica, con créditos, inversiones, donativos y la oportunidad de que algunos productos costarricenses puedan venderse en China. Fue una visita claramente desigual, en la que hubo un proveedor y un receptor.

Con México la situación fue distinta. Los mexicanos, cuyo orgullo patrio es conocido, entienden que su relación con China debe ser una entre iguales. Les inquieta su enorme déficit comercial con China, no desean ser suplidores sólo de petróleo y materias primas, prefieren inversiones y no préstamos, y quieren que más turistas chinos visiten México y gasten allá.

Xi Jinping comenzó su visita saludando «al valiente pueblo mexicano». Ayer fueron firmados 12 memorandos de entendimiento entre ambos países, en asuntos de energía, petróleo, infraestructura, minería, comercio, deportes, educación y turismo, a fin de lograr «una asociación estratégica integral». Se comprometieron a resolver las disputas por el comercio de textiles, y anunciaron la apertura de un centro cultural chino en México y de un centro de estudios mexicanos en Beijing. China comprará US$1,000 millones en productos mexicanos y hará de México la sede de una cumbre empresarial China-América Latina en el 2015.

El elemento político no podía faltar. México reiteró su firme apoyo a que haya una sola China y a que tanto Taiwán como el Tibet forman parte integral del territorio chino.

Fuente