Revolución educativa
diciembre 20, 2012 9:48 am . Noticias.
Una larga lucha acaba de terminar, pero comienza otra no menos difícil.
El presupuesto del 2013 ya fue aprobado, y entre sus números destaca uno que es el más brillante rayo de luz que el país tiene para el próximo año. Esa cifra, los 99 mil y tanto millones para educación, culmina la batalla por el 4% del PIB que agrupó y movilizó a personas de todos los sectores sociales y de todas las edades. Fue una verdadera revolución, en cuanto a que el pueblo peleó por un objetivo y lo consiguió.
A veces sucede, sin embargo, que al final de una contienda la transición hacia una nueva etapa se torna complicada. Es algo que ha ocurrido muchas veces con revoluciones en todo el mundo. Sucede que durante la lucha toda la atención se concentra sobre la meta de alcanzar el triunfo. No hay tiempo en esa etapa, ni tampoco condiciones propicias, para analizar lo que se haría después de triunfar, si ése fuese el caso.
La consecuencia es que luego de ganada la batalla, es frecuente que no haya un plan cuidadosamente elaborado que guíe con eficiencia y precisión las actuaciones de las fuerzas victoriosas.
Por supuesto, en lo que al presupuesto para educación toca, gastar es lo más fácil de hacer, sobre todo si hay tantas necesidades insatisfechas. El uso más tentador para dar a los nuevos fondos es construir más aulas y renovar las existentes. Se justifica porque permitirá jornadas más largas y porque las condiciones actuales son muy precarias. Y ese uso permite otorgar contratos, inaugurar obras y hacer despliegues publicitarios acerca de promesas cumplidas.
Pero se debe recordar al decidir el gasto que la revolución educativa apenas comienza ahora. Que sin maestros calificados no habrá progreso. Y que formar esos maestros tomará años, quizás décadas, e implicará otra lucha, contra estructuras creadas, sin que haya oportunidad para contratos, inauguraciones o despliegues publicitarios.