Aunque distintos, la educación y la banca son servicios que crean oportunidades y dan participación en la vida nacional a quienes los reciben, razón por la que su acceso debe ser promovido.

En cuanto a la educación, ya tenemos el 4%, aunque falte ver cómo se utilizará, y en lo que a los bancos toca, acaba de publicarse el reglamento que permite las operaciones de los subagentes bancarios. Su objetivo es permitir que establecimientos de varios tipos actúen como oficinas de los bancos, a fin de facilitar los servicios financieros.

Viene precedido por el éxito de las telefónicas con sus cobros y de la loto con sus ventas a través de farmacias y otros lugares, pero va más allá. En cierto modo vendrá a ser como un cruce entre esos cobros o ventas y el uso de cajeros automáticos, pues los clientes no sólo podrán pagar deudas o adquirir tarjetas, sino también sacar dinero de sus cuentas, aparte de tramitar solicitudes.

Sin los avances en la computación y transmisión electrónica de datos no hubiera sido posible, pues el comercio en cuestión deberá estar en línea con el banco para poder dar el servicio, lo que condiciona la transacción a que «haya sistema». La idea es que el cliente haga sus operaciones igual que lo haría en una sucursal de un banco.

Pero como no son realmente sucursales, y se podrá retirar dinero de cuentas, sugerimos que se dé al cliente la opción de bloquear transacciones fuera de las sucursales, como también pueden no optar por usar cajeros automáticos. Y nos llama la atención la limitación en el Art. 13 de que el subagente deba estar donde no existan oficinas bancarias, lo que es innecesario, impide descongestionar las sucursales y es contrario a uno de los considerandos (el 17 por su orden) del reglamento.

Saludamos la iniciativa como un avance a favor de la extensión de los servicios financieros, que además ahorrará tiempo y gastos de transporte a la población.

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